10 de abril de 2010

Fragmento de La Náusea, de Jean-Paul Sartre

(Antoine Roquentin se encuentra almorzando con el Autodidacto en un restorán.)

"Recorro la sala con la vista. ¡Qué farsa! Todas esas personas están sentadas con aire de seriedad: comen. No, no comen: reparan sus fuerzas para llevar a cabo la tarea que les incumbe. Cada uno tiene su pequeño empecinamiento personal que le impide darse cuenta de que existe; no hay una que no se crea indispensable para alguien o para algo. (...) Cada uno de ellos hace una cosita, y nadie más indicado para hacerla. (…) Y yo estoy entre ellos, y si me miran, han de pensar que no hay nadie más indicado que yo para hacer lo que hago. Pero yo sé. No lo demuestro, pero sé que existo y que ellos existen. Y si conociera el arte de persuadir, iría a sentarme junto al hermoso señor de pelo blanco y le explicaría lo que es la existencia. Pensando en la cara que me pondría, lanzo una carcajada. El Autodidacto me mira sorprendido. Quisiera detenerme, pero no puedo: me río hasta las lágrimas.
-Está usted alegre, señor – me dice el Autodidacto con aire circunspecto.
-Es que pienso – le digo riendo – que estamos todos aquí, comiendo y bebiendo para conservar nuestra preciosa existencia, y no hay nada, nada, ninguna razón para existir.
El Autodidacto se ha puesto grave. Hace un esfuerzo para comprenderme. Me reí demasiado fuerte; he visto que varias cabezas se volvían hacia mí. Y además lamento haber dicho tanto. Después de todo, a nadie le interesa.
Repite lentamente:
-Ninguna razón para existir… ¿Quiere usted decir, señor, que la vida no tiene objeto? ¿No es eso lo que llaman pesimismo?
Reflexiona un instante más y dice, con dulzura:
-He leído hace unos años un libro de un autor americano; se llamaba: ¿Vale la pena vivir la vida? ¿No es la cuestión que usted plantea?
Evidentemente no, no es la cuestión que yo planteo. Pero no quiero explicar nada.

-Concluía - me dice el Autodidacto con tono consolador- defendiendo el optimismo voluntario. La vida tiene un sentido si uno quiere dárselo. Primero hay que obrar, lanzarse a una empresa. Cuando se reflexiona, la suerte ya está echada, uno está comprometido. No sé qué piensa usted de esto, señor.
-Nada - digo.
O más bien pienso que es ésa la clase de mentira que se dicen perpetuamente el viajante de comercio, los dos jóvenes y el señor de pelo blanco.
El Autodidacto sonríe con un poco de malicia y mucha solemnidad.
-Tampoco es mi opinión. Pienso que no necesitamos buscar tan lejos el sentido de nuestra vida.
-¿Eh?
-Hay un objetivo, señor, hay un objetivo... Están los hombres." 

3 comentarios:

  1. Te felicito por el nivel que le das a tu blog.
    Te invito a leer el mío que es algo más superficial, es de humor, o quizás no. Vos dirás

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  2. ¡Muchas gracias, Néstor! Y acepto la invitación. Pronto pasaré por ahí a leer.

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  3. Gracias, Adrián por hacerte fan de mi blog. Yo también voy a ser seguidor del tuyo, sólo que no se como "engancharme"

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