23 de febrero de 2010

Culpable

En la asimilación de la exterioridad he sido otra persona que ya no soy. He pertenecido a un todo que se resquebrajó y por cuyas hendijas se filtraron las aguas de un océano tan imponente como infinito, que terminó por destruir ese caparazón que ya nunca podré volver a reconstruir.  He visto lo obvio con ojos ciegos y ahora escucho el tiempo suceder a la velocidad de la vida. Hay agua del océano alojada en mi cabeza. No puedo contener demasiada, mi cabeza es del tamaño de una cabeza humana y en ella vive mi cerebro, también de las dimensiones de un cerebro humano. Pero más vasto es el océano en su minuciosidad que en su superficie. Pequeñas partículas formadas por partículas más pequeñas, formadas por otras más diminutas aun, al infinito. Tengo un océano infinito en la cabeza. Ya no podré secar mi cerebro otra vez.

Soy en el tren con complicidad, cínico y egoísta. Inútil, cobarde, impotente y culpable del mundo. Déspota de un imperio en ruinas. Abro los grifos del eterno mar que fluye hacia la nada, virgen. Derrochador de verdades. Y la vida es a la velocidad del tren. Y el tren se desliza sobre las vías y la gente es en él como un pez en una pecera. Sólo un pez nadando como cualquier pez nada en el océano. Sólo que no sabe que el océano es mucho más vasto que una pecera. Pero el pez sigue nadando lo mismo. Nada. Y es que el agua de la pecera es tan infinita como la del océano, en su propia minuciosidad. Nada importan sus paredes de cristal. Los peces las ignoran.

Llora mi océano adentro. Soy un pez muerto. Floto en la frustración de haber nadado entre paredes y morir en la libertad que me condena. No veo las paredes, sé que no están. Pero no nado. Estallo adentro. Revolución, apocalipsis y reencarnación. Ebullición, amaneceres y anocheceres constantes. Putrefacción y florecimientos. Muerte. Nacimiento. Verdad y convicciones. Absolutismo nihilista. Hipocresía terca, religión materialista. Obsesiones y ceguera. Infinitud. Sigo siendo el prisionero de siempre.

"Algún día algo monstruoso estallará en mí y yo me convertiré en otro hombre." *


* "Los Siete Locos", Arlt, Roberto, 1929.