17 de marzo de 2009

Consejos para el peatón

El encontronazo de Cho

Como a todos alguna vez les habrá sucedido, es muy probable (999/1000) que una persona que camina por la calle en una dirección se cruce (dentro de un radio relativamente reducido) con otra que se dirige, también a pie, en el sentido contrario.
Muchas veces, sucede que la cantidad de personas por metro cuadrado (dentro del radio mencionado y la situación planteada) es demasiado alta para que uno pueda desplazarse "libremente" o disfrutar de una caminata a ritmo constante. Así, uno se ve obligado a mantenerse alerta y observar constantemente por dónde camina para evitar de esa forma cualquier tipo de obstáculo físico. En este caso, mantener un leve contacto físico, "rozar" y hasta colisionar con otro individuo son hechos inminentes, sean evitables o no.
Lo que nos compete en esta ocasión es una situación igualmente común, pero de un altísimo nivel de complejidad al momento de buscar una solución inmediata e "improvisable".
Se trata ni más ni menos que del "Encontronazo de Cho", denominado así por un psicólogo chino que se dedicaba al estudio de los patos y los gansos, pero que a la edad de 47 años sufrió uno de estos episodios y murió a los dos meses a causa de las hemorragias en todo el cuerpo que éste le produjo. Esos últimos dos meses, acostado en su cama, los dedicó a escribir un ensayo sobre las múltiples soluciones que habrían salvado su integridad física (y vida, posteriormente) en el caso de haber sido estudiadas antes de la colisión.
El "Encontronazo de Cho" es muy común hace ya muchísimos años, para ser más precisos, desde que existen las calles y las veredas. Se trata del encuentro de dos personas que se desplazan a pie en direcciones opuestas a lo largo de una misma línea recta y que, por más simple que parezca en un principio, en muchos casos termina en una colisión de frente que produce diferentes reacciones sobre ambos protagonistas (rubor, enojo hacia la otra persona bajo ningún argumento válido, riña y hasta el deceso de alguna de las dos partes) y que se da a causa de un extraño fenómeno sobrenatural que lleva a ambos individuos a intentar esquivarse al mismo tiempo y en exactamente la misma dirección, produciéndose así un "baile en zig-zag" que SIEMPRE concluye en un "topetazo" de frente.
Para evitar este tipo de choque y cualquiera de sus efectos posteriores, Cho nos dejó, antes de desaparecer físicamente, estos cuatro métodos como soluciones para tener en cuenta antes de salir a la calle:

Método nº 1: "El poste de luz"

Este método consiste en cesar el paso y detenerse inmediatamente ante la posibilidad de producirse el encontronazo. Una vez quieto, se espera a que el otro individuo se decida por una de las direcciones que le permitirá esquivarlo a uno, y luego se retoma la caminata en el mismo sentido en el que se venía realizando antes del encuentro (a menos que cambiemos de rumbo por un arrepentimiento repentino).
Recordemos que una vez ingresado a la etapa del "baile en zig-zag", es absolutamente imposible salir de ésta y evitar la colisión, por lo tanto, para utilizar este método, hay que ser muy determinante desde un principio. La duda siempre nos sacará a bailar.

Método nº 2: "El desvío"

Se trata de un método simple pero que, al igual que el anterior, requiere de una fuerte determinación a la hora de actuar.
En el momento en que se divisa al segundo personaje en cuestión (siendo uno el primero, claro está), se desvía la caminata en dirección oblicua, hacia uno u otro lado, y se mantiene ese rumbo hasta que la otra persona tome una dirección diferente, si es que eligió la misma.
Se recomienda desviarse hacia el lado que mejores condiciones presente, evitando a otros individuos (animales o humanos), paredes y calles con vehículos en circulación.

Método nº 3: "El obstinado"

Método aun más simple que el anterior, pero igual de exigente a la hora de tomar las riendas de la situación.
Consiste en mantener el mismo rumbo y respetar la línea recta por la que uno se desplazaba hasta ese momento. Esto permite que, una vez que la otra persona decida cambiar su rumbo, la acción de uno mismo no lo obligue a cambiar de decisión, y que el episodio sea evitable en todo sentido.

Método nº 4: "El rompehielos"

El último de los métodos desarrollados por Cho es complejo, pero tan o más efectivo que los tres anteriores. Requiere de mucha destreza física y mental, aprovechando todo tipo de reflejos naturales que uno posea.
Consiste en mantener el rumbo hasta encontrarse ante el otro individuo a una distancia considerable, más allá de si éste ya haya tomado otra dirección, y propinarle un puñetazo en la cara, preferentemente a la altura del mentón. La idea es "noquear" al interceptor para así, una vez inmóvil el cuerpo en el suelo, podamos retomar libremente nuestra caminata.
Se recomienda aplicar un golpe fuerte, seco y preciso para asegurarnos de que el receptor se desmaye. De lo contrario, podríamos recibir una respuesta igual de violenta y la situación se convertiría en una pelea callejera mucho más indeseable que una simple colisión.

Todos estos métodos pueden funcionar perfectamente, siempre y cuando uno actúe de manera precisa y que el otro peatón actúe de la manera esperada, que no es ni más ni menos que la forma en la que el ciudadano tipo reacciona ante estos inconvenientes.
Pero hay una contraindicación severa para estas soluciones, y es que tanto el primer individuo como el segundo conozcan los métodos desarrollados por Cho y decidan llevar a cabo el mismo.
Ambos podrían arrojarse un puñetazo, colisionar o quedarse horas parados, mirándose las caras como unos imbéciles.

Sea prudente. Sea astuto.

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