17 de mayo de 2007

Conejos

De repente, miles de conejos comienzan a salir de las trincheras, como una erupción de pequeñas bolas de piel blanca con pompones en el trasero. Los muchachos y yo nos vimos totalmente espantados. Nos aferrábamos a nuestros fusiles como si alguno estuviera dispuesto a disparar. No entendíamos nada, los ingleses habían desaparecido y de repente nos encontrábamos en un mar de peluche. Los pequeños animalitos solo corrían, pasaban por entre nuestras piernas. Algunos compañeros no se encontraban en una posición firme y fueron volteados por olas de suave pelaje. Increíblemente no volvimos a verlos, a lo lejos podíamos observar que el mar blanco se teñía de un rojo aterrador. Parecía una pesadilla. Pasados unos minutos, al ver que las zanjas no dejaban de vomitar conejos asesinos, nos decidimos a hacer algo.
El primer disparo fue el peor. Ver como un torbellino de conejos se abalanzaba sobre Tato fue terrible. Podíamos ver como el caño de su fusil se doblaba y se partía. No era una buena idea disparar, y ya nadie pensaba volver a hacerlo. Excepto por Facundo, que explotó y comenzó a disparar para todos lados. A lo único que logró pegarle, fue a la pierna de Juancito, que al sangrar, despertó el apetito de algunos conejos que se le colgaban y se lo comían vivo. Yo ya prefería no mirar. Mis piernas estaban flojas, y los golpes de las diminutas bestias cada vez lograban desestabilizarme más. Lentamente veía como mis compañeros caían, uno por uno. El horizonte ya se había perdido entre tanta blancura, pero mi entorno cada vez era más rojo.
Miré al cielo, como buscando una respuesta, una salvación. Mis manos débiles soltaron el fusil, que se hundió en ese océano de pesadilla. Miré hacia abajo, busqué mis pies, no lograba verlos. Sin pensarlo mucho, decidí entregarme ante tal fenómeno. Abrí mis brazos, cerré los ojos y me dejé caer. Caí de bruces dentro de la máquina giratoria y, mientras me puteaba, el pobre negro trataba de sacarme de entre tanto algodón de azúcar. Nunca más volví a esa plaza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario